El kibbutz Kfar Aza está luchando por su supervivencia.
Una próspera y unida comunidad de 1.000 habitantes ha sido diezmada brutalmente en menos de 48 horas. Familias enteras: hermanos, hermanas, madres, padres, abuelos e hijos, asesinados, secuestrados y maltratados. Sus hogares convertidos en cenizas, sus vidas en polvo.
Estas personas perdieron sus medios de vida, sus hogares y todo lo que poseían, pero lo más importante es que perdieron a muchas personas queridas en uno de los peores atentados terroristas de la historia.
Los sobrevivientes tuvieron que atrincherarse por casi dos días antes de ser socorridos bajo el fuego enemigo con sólo la ropa que llevaban puesta.